domingo, 27 de mayo de 2007

Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate

La visión que Dante presenta del infierno es una clara representación de los miedos, preocupaciones y acerbo valórico del hombre de la época, su trabajo, la Divina Comedia, representa un valioso testamento que pone en evidencia el panorama del hombre que vivió en un periodo crucial entre dos épocas tan distintas como son la edad media y el renacimiento, en el cual la iglesia iría perdiendo protagonismo para ir cediendo terreno a una percepción mas antropocentrista del mundo, una visión que ya no castigaba el saber, contrario a la religión, sino que lo glorificaba, y exaltaba también al hombre antes llamado hereje el cual de ahora en adelante sería llamado erudito, docto, versado, sapiente, etc.

Pero volviendo al tema principal, La obra prima de Alighieri presenta un infierno clásico, influenciado por la fe cristiana. Su conformación física esta constituida por nueve círculos concéntricos, que forman una especie de cono invertido, en el ápice de este se encuentra el mismo Lucifer. Cada uno de los círculos es un lugar totalmente diferente, donde sus huéspedes reciben un castigo ligado, de alguna manera, a su vicio correspondiente.

El primer círculo corresponde a aquellos que no conocieron la fe cristiana, como es el caso de Virgilio que seria también el guía de Dante en su viaje, este espacio esta conformado por un castillo rodeado de siete muros conocido como la “mansión de los justos”, en esa etapa en particular se puede apreciar claramente la influencia de la iglesia católica debido a que esta “falta” no es tal fuera del pensamiento de esta institución.

El segundo círculo es morada de los lujuriosos, Minos juzga las almas y las sumerge en un gran torbellino incesante que los agobia en la soledad absoluta. Los círculos subsiguientes corresponden, respectivamente a los glotones, siendo azotados y desollados; los avaros, chocando y mofándose unos con otros; los iracundos, luchando entre ellos; los herejes, sumergidos en sepulcros de fuego; los violentos, los fraudulentos, y para terminar el circulo mas profundo del infierno, reservado para los traidores, Para llegar a él debe cruzarse un pozo lleno de gigantes, aquí se encuentran cuatro recintos distintos: la Caína, la Antenora, la Plotomea y la Judesca, oprimidos por hielos gruesos. En el centro de la tierra, entre hielos que envuelven las sombras, está Lucifer, con medio cuerpo sobre la superficie glacial, masticando a Judas como si de un juguete se tratara.

viernes, 25 de mayo de 2007

...En esta ocasión no mato con repugnancia, me he rendido a la culpa, no tengo nada en contra de que este mundo sobrecargado y necio salte en pedazos; yo ayudo con gusto, y con gusto sucumbo yo mismo a la vez...


Herman Hesse, El lobo estepario

martes, 22 de mayo de 2007

Rayuela, capítulo 68

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Julio Cortázar

viernes, 4 de mayo de 2007

Noctes Insomnes

En el afán de mejorar mis habilidades narrativas acepté la sugerencia de algún ente anónimo y me dispuse a describir mi habitación, la verdad me alejé un tanto del objetivo y mas bien terminó siendo una especie de oda a mi insomnio (que algún día continuaré) y que por cierto ha empeorado este último tiempo. He experimentado, sin éxito, con pastillas para dormir ya que lo único que hacen es procurarme breves episodios de sosiego seguidos por despertares confusos entre el sueño y la realidad, a veces me alegro, despues de todo el insomnio hizo a Baudelaire y el sueño a Homero (no, no es una referencia Simpsoniana).

Para terminar aquí dejo el texto, evidencia de mi incapacidad para comprometerme con algo:

Una puerta azul a priori noble alerce demarca la entrada de mi habitación, las paredes de tibio concreto, compañeras añorables de mi soledad, son silenciosas testigos de las infinitas horas de mi pueril ocio, la ajada alfombra cubre el piso de fría y dura baldosa que vigila, casi alegremente, mi andar. Juntas conforman lo que se ha convertido en mi prisión auto impuesta, una cárcel sin cerraduras ni más verdugo que mi propia conciencia, la cual a veces logro distraer gracias a aquel templo en la esquina, aquella modesta biblioteca, aquel limitado aleph que se burla de mi, de mi ignorancia, de mi estúpido orgullo. La celosa cama, autora de mis más surreales pesadillas se erige como portentosa reina de mis sueños, como cruel burla de mi insomnio. Me mira con su mueca burlesca, invitándome a la vigilia y yo, una vez más, reniego de los brazos de Morfeo y me entrego, ciegamente, a su breve promesa.


miércoles, 2 de mayo de 2007

Instrucciones para llorar

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.

Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.

Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.


Julio Cortázar, Historias de Cronopios y de Famas