miércoles, 26 de septiembre de 2007

Me gustan los animales domésticos
De la casa de fieras de tu alma.

Tristan Tzara

martes, 25 de septiembre de 2007

Lenguaje Cabalístico

Escribo, porque no he encontrado una mejor manera de tocarte, ni otra avenida que esta calzada de palabras desde la que te puedo mostrar cierto sistema planetario al que todavía guardo una profunda estimación. Cómo evitar que el día quede hundido sin objeto en las calles irregulares de la ciudad? Cómo impedir que escapes, que desaparezcas al torcer una esquina? Aquí te vuelves un murmullo y tu respiración es el vapor de la tinta al secarse; este es el sitio al que acudes puntual o donde me esperas dormida. Aquí siempre es de noche cuando vuelvo tras haberme extraviado en la rutina, o después de perseguir, junto con otros cuervos, objetos cuyo brillo resultó falso. Yo adquiero aquí ese trasfondo al que te llevo, porque no es solo tu sexo, ni el imán de tus senos desbordados en la mesa, ni tu vientre que termina en un oasis negro. Escribo, porque no es sólo tu cuerpo ni yo el suicida paseándose nervioso en la azotea ni es solamente el tiempo. Es más bien una forma para que las vocales rueden como el sudor por tus labios.

Tú vienes aquí para cobrar esa profundidad que te falta, esa raíz sin la cual los meses giran inútilmente. Pero tu propio hallazgo no te deja tranquila: piensas que no eres completamente tú, que no es tuyo el brazo que mueves cuando desde la puerta dices adiós; que esa mano demasiado interesada en hurgar mis papeles no puede ser la tuya y que tu rostro poco tiene que ver con la línea que te prolonga por el canal de estos renglones. Y es cierto, tampoco esta duda y esta inconformidad te pertenecen. Aquí nada se parece a nada, aunque cada imagen sea tu imagen y cada sonrisa salga de ti. Aquí es donde yo escribo prolongando el rumbo de una mirada o la ruta de un ademán. Aquí, con el humo y la caligrafía, te hago bajar los párpados y extiendo tu cuerpo. Porque finalmente ninguna evasiva te sirve: ni la parvada de ángeles mutilados que aletean en ese sueño, ni los días que no recuerdas al repasar la semana una y otra vez, ni tu boca que pretende huir por el margen izquierdo de esta página donde apareces tendida sin voluntad. Eres esa colina que momentáneamente forma el oleaje del papel, cuando mi mano entorpecida por tu aparición palpa su superficie o vuelve atrás colocando puntos y tildes. Y al leer estas palabras, sin que lo puedas evitar, por mas que bajes la voz, vibran tus labios y este sonido te recorre la piel.

Después será el silencio, las calles que se alargan hasta la madrugada y los faroles de siempre desvelándose solitarios hasta el amanecer, y vendrá, no lo dudes, el goteo infinito del abecedario con sus frases hechas. Después dejarás de ver estas palabras donde mis dedos convertidos en sílabas te recorren y humedecen. Después no será nada: a lo más una huella digital que se borra en tu cuello o en tu cintura. Pero ahora, entiéndelo, ya no son las palabras de lo que escuchas: es el ruido de la pluma al dibujar tus consonantes, es la puntuación que se desplaza por tus piernas y las marcas con lunas ortográficas: es por fin tu cuerpo jadeante.



Oscar de la Borbolla

miércoles, 19 de septiembre de 2007

lunes, 10 de septiembre de 2007

(...)

No sé que me pasa ando como "tupido" y no me sale nada, no logro escribir mas de diez líneas y luego no puedo seguir ¿Alguien sabe que se hace en esos casos?
Anoche escribí dos "principios" con la intención de escribir al menos una plana más para alguno de ellos, pero simplemente no puedo, por lo que me resigné a dejar el primero como un microcuento (lo que después de todo era mi idea original). Aquí esta:


"Desde esa mañana, cuando se levantó, supo que algo no andaba bien. Tal vez se debía a las extrañas circunstancias en que murió su perro, o a la perturbadora conversación que había tenido con su hermana la noche anterior."



El Segundo me gustó bastante, lástima que ande tan imbécil:


"En ese momento no lamentaba haber salido de su casa en lugar de quedarse todo el día en cama como había planeado hace ya casi un mes, de hecho, se sentía como no se había sentido hace mucho tiempo, parecía feliz.

Aquel día, mientras paseaba por el parque advirtió que el otoño ya había teñido casi la totalidad de las hojas y estas se amontonaban y resquebrajaban formando un coro de agria nostalgia en cada paso que daba. Detalles como estos le habían parecido demasiado intrascendentes en otra época de su vida, pero ahora ¿Qué le importaba lo que era o no insignificante? ¿Acaso no lo era todo?"






P.D: La verdad, me gustaría un poco mas de
feedback de la poca gente que lee esto.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Rayuela, capítulo 7

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Lavado de cerebros.

El sistema de control de las sociedades democráticas es infinitamente más eficaz que los sistemas totalitarios

(...) En los países totalitarios el Estado decide la línea a seguir y todo el mundo debe aceptarlo. Las sociedades democráticas operan de otra manera.
La "línea" nunca es enunciada como tal, está sobreentendida. Podría decirse que se trata de un "lavado de cerebro en libertad". Incluso los debates "apasionados" en los medios más importantes se sitúan en el marco de parámetros implícitos consentidos, que mantienen al margen una cantidad de puntos de vista contrarios.
El sistema de control de las sociedades democráticas es muy eficaz; administra casi imperceptiblemente la línea directiva como el aire que respiramos. Uno no se da cuenta, y se imagina a veces estar ante un debate muy duro. En el fondo es infinítamente más eficaz que que los sistemas totalitarios (...)

Daniel Mermet, Le Monde diplomatique septiembre 2007