El concepto de “voluntad de poder”, propuesto por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche busca explicar y explorar el estado de toda vida humana. En su teoría afirma que la naturaleza de todo ser viviente es imponer sus voluntades individuales.
Los seres humanos están siempre tratando de imponer sus ideas, de convencer a la gente que son poseedores de verdades absolutas y, en definitiva, que son superiores. Esta actitud innata no exclusiva del género humano es el motor de la superación, un tipo de Darwinismo social o “supervivencia del más apto”. De esta forma el crecimiento, el instinto de conservación, la dominación y la movilidad ascendente en la escala social son algunos de los elementos básicos de la voluntad que todo el mundo exhibe
Siento que la voluntad de poder es un mal necesario, un recurso para la limpieza cultural de los estratos sociales más vulgares o solapados, es decir, quien no tenga la voluntad de superarse. Aunque puede sonar como una consecuencia cruel de nuestra propia naturaleza, no debemos olvidar que mientras vivamos en una sociedad sin la intención de sobreponerse a sus dificultades mas nimias y en lugar de esto, culpar de sus males a circunstancias ajenas a ellos, evitando reflexionar sobre la verdadera raíz de sus problemas, es decir, su falta de compromiso, disciplina y ambición, seguiremos siendo un país subdesarrollado. De hecho, la voluntad de poder y todo su significado se podrían resumir en esta palabra, me refiero a “ambición”, pero la cultura en la que vivimos, desgraciadamente, considera que esta no es una característica digna de admiración y, al contrario, la condena, pero ¿A dónde podemos llegar sin ambiciones, sin anhelar algo más, sin querer llegar más lejos? La respuesta es quizás muy pesimista, pero prefiero llamarla “realista” y es: “a ningún lugar”. Despojar a un hombre de su ambición es también despojarlo de sus sueños, es detener el motor de la superación social. Es dar la oportunidad de que aquello de lo cual debemos deshacernos se extienda como una plaga, me refiero a la delincuencia y la drogadicción consecuencias de la falta de aspiraciones.
No tengo contemplaciones cuando llamo a aquellos que caen en estos vicios “escoria”. ¿Acaso son victimas de la sociedad como tan elocuentemente afirman?, lo dudo, no son más que gente sin voluntad de poder que culpan a sus propios auxiliadores -la sociedad- de sus males, males de los cuales ellos son los causantes y mayores benefactores. Desgraciadamente se amparan en la inocente, casi tonta, compasión de algunos y siguen existiendo, entorpeciendo el progreso de aquellos que lo merecen por su ambición.
Debemos dejar perecer este cáncer de la sociedad, debemos renacer como una comunidad que admire la voluntad de poder y luche por sus intereses, tanto comunes como individuales.